Como fotógrafo mi estilo se basa en intentar capturar las emociones. Carcajadas, lágrimas de alegría, miradas de ternura, abrazos fuertes. Somos humanos, y cuando estamos con seres queridos, compartiendo momentos importantes, nos emocionamos y nos quitamos la careta que por convención social llevamos la mayoría del tiempo. Eso es lo que intento captar. Espontaneidad, emoción y amor. ¡Y en eso los niños son unos verdaderos expertos!
En muchas ocasiones a los más pequeños se les encarga alguna tarea importante el día de la boda: entregar los anillos o llevar unas flores, por ejemplo. Y en todas las bodas veo a través de mi cámara que las niñas y niños se toman su encargo con muchísima responsabilidad y emoción. ¡Para ellos es un día muy especial e importante también!
Por supuesto, los niños son niños, y precisamente ahí radica la magia: que se van a mostrar tal y como son, sin importarles para nada lo que piensen los demás. ¿Que me gusta el helado? Me pongo perdido. ¿La guitarra del músico? ¡Voy a cogerla! ¿Este señor hace fotos? ¡Pues yo también!
Claro, con tanta emoción ellos también se agotan, y van a pedir descansar. ¡Pero incluso así quedan bien en las fotos!
Creo que se nota que además de bodas, me encanta hacer fotos familiares. Así que si os apetece, podéis echar un vistazo a alguna sesión familiar mía en este enlace. Gracias!
[NOTA: Todas las fotos de esta web están hechas y editadas por Óscar Lagarrotxa, incluso las que aparecen con el logo de Aimee K Team, equipo de fotógrafos de boda al que pertenezco]
